Las lesiones del ligamento cruzado anterior son una de las patologías más frecuentes en deportistas, tanto de élite como en personas que realizan actividades deportivas de manera regular, al punto de alcanzar estadísticamente hasta el 64% de las lesiones de rodilla que suceden durante el ejercicio.
El ligamento cruzado anterior es un importante estabilizador de la rodilla. Por tanto, es necesaria la implementación de un protocolo de tratamiento adecuado al momento de iniciar la rehabilitación de la lesión, ya que de esto depende preservar o mantener la adecuada estabilidad de la articulación de la rodilla.
Es importante recordar que el mecanismo de lesión del ligamento cruzado anterior se da como consecuencia de un movimiento brusco de la rodilla, que implica un valgo con rotación interna de la rodilla, a lo que le sigue un varo con rotación externa y posteriormente hiperextensión. Esta lesión se presenta de esta manera hasta en un 70% de los casos, ya que por contacto directo, se presenta sólo en un 30% de los casos y además, representa una gran incidencia en el protocolo de tratamienyo de nuestra Clínica de Fisioterapia en Palma.
¿Cuál es el tratamiento fisioterapéutico de la lesión del ligamento cruzado anterior?
Es importante destacar que la rehabilitación de este ligamento es una de las que requiere de mayor tiempo para una recuperación completa. Para el atleta esto significa un largo tiempo fuera del terreno de juego. Por tanto, se recomienda iniciar precozmente con la rehabilitación del deportista.
Los objetivos principales de la rehabilitación del ligamento cruzado anterior son:
- Disminución de la inflamación.
- Mantención de la movilidad.
- Ganar o mantener la tonificación muscular.
- Reeducación de la marcha.
Para ello, en fisioterapia el tratamiento inicia justo después de la operación o intervención para reparar la lesión. Durante este momento de reposo se aplica crioterapia durante 10 minutos y posteriormente la realización de ejercicios isométricos y propioceptivos (muy sencillos y adecuados a esta fase) de la musculatura de la rodilla (cuádriceps, isquiotibiales, aductores, etc.). También es necesario que el paciente realice apoyo de la pierna con muletas para evitar la carga peso sobre la misma.
Posterior a la eliminación de las muletas será necesario iniciar con la reeducación de la marcha, por lo que poco a poco iremos implementando:
- Descargas de peso que progresen en carga
- Realización de movilizaciones pasivas para mantener la movilidad de la zona
- Ganancia gradual del rango articular
- Ejercicios de propiocepción de nivel intermedio
- Tratamiento de la cicatriz de la intervención quirúrgica por medio de masaje transverso profundo (Cyriax),
- Utilización del ultrasonido con la finalidad de promover o estimular la producción de colágeno.
- En caso de ser necesario se utiliza drenaje linfático para el tratamiento de la inflamación y el edema si este aún persiste.
Asimismo, es necesario destacar la importancia de la realización de ejercicios específicos en el agua (hidroterapia), ya que es una manera de iniciar precozmente con los ejercicios eliminando el peso de la gravedad y aumentando la seguridad en el paciente. Los movimientos en el agua se realizan de manera más fluida, además de que trabajamos tanto la movilidad como el fortalecimiento muscular (gracias a la resistencia que opone el agua).
Una vez nos encontramos en una fase en donde ya existe una cicatrización adecuada y avanzada podemos iniciar con los ejercicios en bicicleta estática a una intensidad moderada; así como la implementación de ejercicios de propiocepción avanzados (ejercicios muy importantes, no solo para la rehabilitación del paciente sino también para la prevención de posibles recaídas o futuras lesiones de la rodilla).
Poco a poco y de manera progresiva, iremos incrementando la intensidad de los ejercicios tanto de resistencia, de fortalecimiento, ejercicios funcionales y ejercicios propioceptivos, ya que serán necesarios para reintegrar al paciente a sus actividades deportivas o actividades de la vida cotidiana, todo en función de cubrir las necesidades propias que tenga cada paciente en particular.
Para progresar en intensidad y frecuencia de los ejercicios es importante que se haya eliminado por completo el dolor, la inflamación y se haya recuperado nuevamente el rango articular. El tiempo estimado para reintegrarse a la práctica deportiva es de 6 meses a 10 meses aproximadamente, incluso en ciertos pacientes, la rehabilitación total puede darse a los 12 meses.